10 cosas que no sabías sobre los castigos

Aquel entrenador o dueño que diga que no utiliza castigos miente. Sería imposible vivir en este mundo sin aplicarlos para modificar el comportamiento de todos los seres a nuestro alrededor, mascotas incluídas. Pero existen distintos tipos de castigos y distintos niveles. Algo tan simple como mirar a tu hijo de manera intimidante es un castigo. Aplicas un aversivo, algo desagradable, porque tu hijo ha hecho una cosa que no te gusta. A continuación te cuento lo que no sabes sobre los castigos.

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Los dueños de perros no saben aplicar los castigos

Si no sabes hacerlo, mejor no lo hagas.
Foto © Irma Cedeño

La mayoría de dueños de perros no saben cómo aplicar los castigos correctamente. Los utilizan a diario y se apoyan en ellos para cambiar el comportamiento del perro, cosa que al final no logran. Olvidan premiar el buen comportamiento pero reprenden al perro por lo malo. Si te fias demasiado de los castigos o si abusas de ellos, puedes tener un perro agresivo, miedoso, con problemas de ansiedad y fobias.

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Si el castigo no llega a tiempo no funciona

Foto © FreeDigitalPhotos.net

En el entrenamiento canino existe el término denominado “timing”. El timing se refiere a qué tan a tiempo llega el refuerzo o el castigo tras una conducta. Por ejemplo: llegas a casa, descubres que tu perro ha destruido los cojines del sofá, le gritas. ¿Adivina qué? Tu perro no tiene la menor idea de por qué estás gritando. Sí, le puedes mostrar el sófa, decirle que estuvo muy mal. “Perro malo, muy malo”, le dices. A tu perro solo le parecerás absurdo. Para que el castigo sea efectivo necesitás buen timing. El castigo tiene que suceder justo en el momento del comportamiento. Encima de que al alterarte solo terminas peor, tu perro destruyó el sofá anterior a tu llegada. No hay ningún tipo de asociación. Igual que el comportamiento idóneo se premia de inmediato, también debes reaccionar rápidamente ante el comportamiento no tan idóneo. Si el castigo no llega a tiempo, pierdes el tiempo, la compostura, solo asustas a tu perro y él no entiende el porqué. En otras palabras, si tu perro ha destruido el sofá, tus zapatos o tu hogar completo, es demasiado tarde. Intenta evitar el mal comportamiento y encontrarlo in fraganti para corregirlo.

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El perro se puede acostumbrar al castigo

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Aunque los castigos sean molestos para el perro, si los aplicas a menudo, él se podría acostumbrar a ellos. A continuación estos castigos pueden dejar de funcionar y es posible que tú, inconscientemente, empieces a utilizar castigos cada vez más fuertes y desagradables. Si castigas a tu perro con tirones de correa porque jala, por ejemplo, verás que tu perro solo seguirá jalando. Se va acostumbrando a jalar la correa, a pasear de esa forma e incluso al dolor que tus tirones ocasionan. Esto es perjudicial para el perro.

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Con el castigo el vínculo humano-canino se rompe

Foto © Gen Nishino / Getty Images

Cuando educas a tu perro correctamente, lo ejercitas, pasas tiempo con él y compartes tu vida a su lado, fortaleces el vínculo que te une a él. Los perros confian ciegamente en sus dueños y les brindan un nivel de lealtad y cariño raramente proporcionados por personas. Cuando castigas al perro, solo pierdes su confianza y las posibilidades de que te ame y respete.

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Los castigos son parte del condicionamiento operante

Foto © Jeannette Cordero

A nivel científico, el condicionamiento operante, basado en consecuencias, se apoya mayormente en el reforzamiento positivo, negativo y los castigos. El reforzamiento positivo añade alguna recompensa por la conducta deseada (en el caso de perros, un premio como una delicia, un paseo o un juego); en el reforzamiento negativo se retira algo desagradable (una leve presión al perro para que aprenda a sentarse, collares de ahorque). El castigo positivo, por otro lado, añade un estímulo aversivo para modificar una conducta no deseada (un golpe en la nariz del perro, un choque eléctrico) y el negativo elimina algo agradable (un juguete, una delicia). El método más eficaz y el más utilizado por entrenadores de animales es el reforzamiento positivo. Es fácil, divertido y libre de crueldad. Tú también puedes usarlo.

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Existen castigos positivos y negativos

Foto © FreeDigitalPhotos.net

Que no te engañen los nombres, ambos son malos. La diferencia es que el castigo positivo añade un estímulo aversivo y el negativo elimina un estímulo positivo. Gritarle al perro por morder los cojines del sofá es un ejemplo del castigo positivo; mientras que un ejemplo del negativo sería que tu perro intente arrebatarte una delicia de la mano y tú, por dicha conducta, no se la des. Si tienes que usar algún tipo de castigo debe ser el negativo.

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Los castigos no le comunican al perro qué debe hacer

Foto © Irma Cedeño

Uno de los problemas con los castigos es que le dicen al perro lo que no debe hacer, pero no le dice qué hacer. Digamos que suena el timbre y el perro se va corriendo hacia la puerta, usualmente se mete en el medio y quiere ser el primero en saludar al invitado. Para evitar esto, tú lo coges y lo metes en una habitación cada vez que suena el timbre. Encerrar al perro en una habitación para evitar el comportamiento desagradable es un castigo común. Tras hacerlo unas cuantas veces, sin que tu perro entienda qué tiene de malo que se emocione cuando suena ese sonido proseguido por la llegada de una aromática pizza o de un invitado inesperado, el perro ya asocia el timbre con el castigo y tú estás acostumbrado a meterlo en una habitación, privándolo de la socialización que merece. ¿Por qué no enseñarle a tu perro lo que sí puede hacer? Le puedes enseñar a sentarse y esperar o a tumbarse junto al sillón. Esto se logra con el reforzamiento positivo.

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Existen castigos aceptables pero seguramente no los utilizas

Foto © Irma Cedeño

Pegarle a tu perro, gritarle, encerrarlo en el baño, dejarlo solo por horas.... Estos no son métodos para utilizar con una criatura. Son una crueldad y personas que utilicen técnicas tan arcaicas, poco humanitarias y crueles no deben tener mascotas. Los castigos que sí puedes aplicar son los castigos negativos si los utilizas de manera simple, moderada y en el momento de la conducta. Darle la espalda al perro cuando exige tu atención, salir de la habitación si intenta darte un mordisco, detener un paseo porque tu perro jala la correa o retirar un juguete porque tu perro no quiere compartirlo contigo durante un juego son ejemplos de castigos libres de crueldad. Casi nunca se toca al perro.

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El castigo positivo se justifica en pocos casos

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El castigo positivo puede quedar justificado en dos circunstancias: 1. cuando el comportamiento del perro es peligroso hasta tal punto que es muy difícil de modificar; 2. si la vida del perro o la de otro perro o persona está en peligro. Los choques eléctricos, por ejemplo, se deben usar solo cuando la vida del perro podría estar en peligro. En estos casos, lo mejor es buscar ayuda profesional.

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El castigo debe ser tu última opción

Foto © Susana Baumann

No utilices las técnicas que viste en un canal de televisión o que leiste en algún libro o en el internet. Debes buscar a un profesional que entienda todas las aplicaciones del condicionamiento operante y que te pueda ayudar a solucionar cualquier problema que tengas con tu perro. Si la vida de tu perro o la de una persona o mascota está en juego, busca ayuda de inmediato. Una visita al veterinario es el primer paso.